Ayer apareció una noticia en El País, de la que también se hizo eco el telediario de la primera cadena televisiva, según la cual el hermoso acueducto emeritense de los Milagros no sería de fábrica romana, sino que habría sido construido en época visigoda, en el siglo IV, con influencia bizantina. Sin embargo, el consorcio de la ciudad monumental de Mérida, a través de su director, Félix Palma, asegura que el acueducto es, sin ninguna duda, romano, alegando razones científicas, tal y como puede leerse en las noticias publicadas hoy mismo en El Periódico Extremadura y en el Hoy. El enfado del consorcio es monumental. Y no es de extrañar porque, si el patrimonio histórico y arqueológico romano es una de las joyas de nuestra comunidad, entre otras muchas, están las cosas como para que nos lo pongan en duda. Sobre todo, como dice Félix Palma, porque no es propio del rigor científico establecer conclusiones aplicando a un solo ladrillo no sé qué técnicas de termoluminiscencia.
Sea como fuere, y sin cuestionar que no todo tiene que ser como nos dijeron que era, yo seguiré diciendo a mis alumnos que uno de los monumentos más bellos que pueden visitar en Mérida, y además gratis, es el acueducto de los Milagros y que, en mi opinión, debería ser incluso mucho más famoso que el de Segovia. A ver si la controversia sobre su verdadero origen contribuye a darlo a conocer aún más. Lástima que el aislamiento de nuestra comunidad impida a muchos disfrutar de nuestro patrimonio. Con un buen tren a lo mejor era rentable incluso asar cochinillos en el valle del Albarregas.