En estos últimos días del trimestre, cuando llegan por fin las vacaciones navideñas y las cabezas de profesores y alumnos no están ya para verbos atemáticos ni voces perifrásticas, hay que tomarse las cosas con mayor relajación, eso sí, sin perder del todo el norte.
Este año hemos preparado un popurrí de villancicos bastante conocidos para cantarlos en latín. Os dejo aquí la presentación con la letra y música y un vídeo:
También es un buen momento para seguir escuchando y leyendo latín. Aquí os dejo dos vídeos del Divus Magister Craft en los que se habla de las saturnales y de las fiestas navideñas en la actualidad:
Espero que os ayuden a sobrellevar esta semana con más alegría.
Felicem Nativitatem Christi et Faustum Annum Novum vobis exopto!
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BIENVENIDOS
Este es el blog de José María Alegre Barriga, profesor de Cultura Clásica en el IES Profesor Hernández Pacheco de Cáceres. El objetivo del mismo es recopilar en él los recursos didácticos utilizados en clase como complemento a la enseñanza de las asignaturas de Griego, Latín y Cultura Clásica.
martes, 17 de diciembre de 2019
miércoles, 13 de noviembre de 2019
¿Visigodo o Romano?
Ayer apareció una noticia en El País, de la que también se hizo eco el telediario de la primera cadena televisiva, según la cual el hermoso acueducto emeritense de los Milagros no sería de fábrica romana, sino que habría sido construido en época visigoda, en el siglo IV, con influencia bizantina. Sin embargo, el consorcio de la ciudad monumental de Mérida, a través de su director, Félix Palma, asegura que el acueducto es, sin ninguna duda, romano, alegando razones científicas, tal y como puede leerse en las noticias publicadas hoy mismo en El Periódico Extremadura y en el Hoy. El enfado del consorcio es monumental. Y no es de extrañar porque, si el patrimonio histórico y arqueológico romano es una de las joyas de nuestra comunidad, entre otras muchas, están las cosas como para que nos lo pongan en duda. Sobre todo, como dice Félix Palma, porque no es propio del rigor científico establecer conclusiones aplicando a un solo ladrillo no sé qué técnicas de termoluminiscencia.
Sea como fuere, y sin cuestionar que no todo tiene que ser como nos dijeron que era, yo seguiré diciendo a mis alumnos que uno de los monumentos más bellos que pueden visitar en Mérida, y además gratis, es el acueducto de los Milagros y que, en mi opinión, debería ser incluso mucho más famoso que el de Segovia. A ver si la controversia sobre su verdadero origen contribuye a darlo a conocer aún más. Lástima que el aislamiento de nuestra comunidad impida a muchos disfrutar de nuestro patrimonio. Con un buen tren a lo mejor era rentable incluso asar cochinillos en el valle del Albarregas.
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jueves, 12 de septiembre de 2019
Verba Volant continúa en las ondas.
Este curso podremos seguir contando con la sección radiofónica dedicada al latín y a la cultura clásica Verba Volant que el profesor Emilio del Río coordina desde el 2012 y que hasta ahora podía escucharse los domingos en No es un día cualquiera, programa dirigido por la periodista Pepa Fernández en RNE. A partir de septiembre de 2019, tras los cambios surgidos en RNE, la sección se emite los viernes a las 11 de la mañana en el programa Las Mañanas de RNE. Por tanto, podremos seguir aprendiendo también este curso latín y cultura clásica a través de las ondas. Sin duda es una buena noticia y agradecemos a Pepa Fernández y a Emilio del Río el que mantengan una temporada más esta sección que tanto gusta y motiva a nuestros alumnos.
Para abrir boca, aquí puede accederse al primer Verba Volant de esta nueva temporada, emitido el viernes 6 de septiembre, donde Emilio del Río explica, entre otras cosas, por qué el viernes es el día del amor.
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martes, 10 de septiembre de 2019
Un paseo en latín por Herculano.
Daniel Pettersson nos guía en latín por la ciudad romana de Herculano que ha visitado este verano. Tal vez debamos considerar la posibilidad de visitarla este curso junto con su ciudad hermana, Pompeya. Lo vamos pensando. El vídeo, que podéis encontrar en Latinitium, tiene subtítulos en latín y en castellano.
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viernes, 28 de junio de 2019
IN PERPETVVM, MAGISTER, AVE ATQVE VALE.
Cuando era todavía un niño quería ser naturalista. Veía en la
televisión todos los programas del Hombre
y la Tierra y mi héroe por aquel entonces era Félix Rodríguez de la Fuente. Recuerdo cuánto me
afectó la noticia de su muerte una mañana de marzo de 1980. Tenía yo 15 años.
Fue Félix el espejo en el que yo quería mirarme. No tenía ninguna duda. Hoy,
casi cuarenta años después, soy profesor de lenguas clásicas en un instituto de
enseñanza secundaria. Lejos quedaron aquellas colecciones de insectos del
aprendiz de entomólogo, las lecturas incansables de los cuatro volúmenes de la
Historia Natural del Instituto Gallach que ocupaban una de las estanterías de
la salita de casa de mis padres, o la guía de aves de Europa y los prismáticos.
De este giro de 360 grados es Gregorio Herrera García de la Santa el
culpable. Por aquel entonces el latín era una materia obligatoria para todos
los alumnos que cursaban bachillerato. Aquella lengua, la cultura y la historia
del pueblo que la utilizó y la legó prácticamente a casi toda Europa me
cautivaron por sí mismas. Sin embargo, no tengo ninguna duda de que fue Goyo,
mi maestro, el que logró despertar mi entusiasmo por el mundo clásico durante
aquellos tres años en los que fui su alumno. Era un docente especial, diferente
a los demás. De aspecto bonachón, hombre tranquilo, más Sancho Panza que
Quijote, con unas gafas que le aportaban un aire intelectual y siempre con una
cartera en bandolera que junto a su barba y media melena no dejaban duda de su
progresía. En los márgenes de mis libros de textos de aquellos años todavía se
conservan algunas caricaturas suyas dibujadas en los ratitos en los que algunos
intentaban resolver el puzle de algún fragmento de la Guerra de las Galias. En
sus clases se podía hacer prácticamente de todo, eso sí, siempre y cuando se
estuviera en silencio y se participara y atendiera. Recuerdo que no nos dejaba
coger el bolígrafo para tomar notas hasta que terminaba su explicación. Decía
que así manteníamos mejor la atención. A veces les aconsejo lo mismo a mis
alumnos, aunque sin mucho éxito, para qué vamos a engañarnos. Nunca levantaba
la voz. Callaba hasta que callábamos. A veces su silencio se prolongaba durante
algunos minutos, pero no se rendía hasta que con él enmudecían nuestros
murmullos. Sus lecciones amenas, pero sin dejar de lado el trabajo intenso que
debía dedicarse a los textos de César y Virgilio. Todavía en la facultad me
sirvieron aquellos apuntes suyos de sintaxis latina básica. Con las
diapositivas que él mismo realizaba y que nos proyectaba con frecuencia en el
aula nos enseñó a ver más allá de los libros. No sé si es un falso recuerdo,
pero Goyo, proyector y carro de diapositivas me vienen en un mismo paquete a la mente. Me
pregunto cómo hubiera aprovechado hoy la cantidad y variedad de recursos
tecnológicos que existen para reforzar el aprendizaje de los alumnos. En
aquellos años sin duda fue un profesor bastante innovador.
Pero no fue solo un maestro dentro del aula. Si Goyo ha sido y es algo
especial en mi vida y en la de muchos de sus alumnos es porque también fuera
del instituto nos ayudó a seguir creciendo y madurando. Uno de los recuerdos
más agradable de mi adolescencia y juventud es el de las Marchas de Goyo, como llamábamos en El Brocense a las marchas
que él, un gran aficionado a la arqueología, organizaba para recorrer las
calzadas romanas, sobre todo la Vía de la Plata, y estudiar y recuperar el
patrimonio histórico y arqueológico del mundo romano en Extremadura. La primera
de ellas (ya no sé si fue exactamente la primera) fue épica, de Cáceres a
Mérida, cuando todavía la Vía de la Plata o el Camino Mozárabe no estaba bien
señalizado. Imaginen casi 100 alumnos de bachillerato y muy pocos profesores
(era una verdadera osadía para ellos) a pie con unas mulas y un arriero (no sé
de dónde salieron) recorriendo una distancia de 70 kilómetros en 6 días. La
comida de esta y de todas las demás era cosa de Nino, que todavía hoy regenta
el bar del instituto y que no faltaba nunca como cocinero en aquellas
caminatas. Vaya aventura. Fue toda una proeza llegar por fin al teatro romano
de Mérida y realizar allí el acto fundacional de la Asociación Arqueológica
Adaegina, que hoy es la Asociación de Amigos del Museo de Cáceres, elevando una
plegaria a la diosa Adaegina y derramando mulsum
sobre algún ara improvisada y, por supuesto, dentro de nuestras gargantas.
Luego vinieron otras: de Puerto de Béjar a Carcaboso pasando por Cáparra,
Monfragüe, Piedras Albas, Alcántara... Se entremezclan los recuerdos. De lo que
estoy absolutamente seguro es de que todos esperábamos ansiosos la llegada de
la primavera, por aquel entonces casi siempre lluviosa, para participar en las
marchas de Goyo. En ellas se reforzaron lazos de amistad, surgieron los
primeros amores adolescentes (algunos de los cuales todavía hoy perduran),
disfrutamos de la naturaleza que brotaba en esas fechas, del patrimonio histórico
y arqueológico, y practicamos actividades saludables muy alejadas de las
discotecas de Torremolinos. De mi vida de estudiante son los mejores recuerdos
de los mejores años.
Después seguimos juntos en la Asociación Arqueológica Adaegina
organizando ciclos de conferencias o colaborando en campañas de excavaciones.
La sede era la casa de Goyo y una simple carpeta custodiaba todo el archivo.
Nos transmitió su pasión por la arqueología y gracias a él participamos durante
nuestros años universitarios en campos de trabajo que se organizaban durante el
verano en sitios arqueológicos. Recuerdo como si fuese maná del cielo el
bocadillo y la cerveza helada a las 11 de la mañana bajo una encina en el
peristilo de la villa romana de Monroy haciendo una pausa en aquellos tórridos
veranos de la dehesa extremeña. También estuvimos en Cáparra, cuando Enrique
Cerrillo reemprendió las tareas de excavación de la ciudad romana en el valle
del Ambroz. En aquel año apareció una cabeza de Hermes, hoy en el museo de
Cáceres, que supuso la garantía de la continuidad de los trabajos. Nos
alojábamos en el poblado de los trabajadores de la central hidroeléctrica, ya
casi abandonado, donde la Liga por la Educación y la Cultura Popular, a la que
Goyo pertenecía, tenía un edificio habilitado para sus campamentos de verano.
Hace algunos años, cuando se cumplieron los 25 de la fundación de la
Asociación Arqueológica Adaegina, se conmemoró el evento, como no podía ser de
otra manera, con el recorrido de la Vía de la Plata desde el Cruce de las
Herrerías hasta Cáceres en varias etapas. Recuerdo que participamos junto a los
miembros actuales de la asociación también algunos antiguos alumnos de Goyo y volvimos
a revivir aquellos momentos gloriosos de nuestra adolescencia. Pasando Aldea
del Cano puede verse en la calzada un falso miliario con una inscripción que recuerda
el momento.
Fue Goyo también el que me llevó por primera vez a Grecia, a mí y a
otros tres que decidimos estudiar filología clásica. En aquel renault 11 en el
que se aprovechó todo el espacio cargamos todas las provisiones, las tiendas de
campaña, el equipaje y todo lo necesario para subsistir y abaratar costes.
Todavía hoy no dejo de asombrarme de nuestro atrevimiento. Durante un mes de
agosto de hace muchos años atravesamos Italia y recorrimos casi toda Grecia
para disfrutar de aquellos lugares que hasta entonces solo conocíamos en
nuestros libros. Más tarde regresé de nuevo con él, una amiga y mi mujer. Fue
otro viaje muy intenso. Para mi mujer y para mí casi otra luna de miel. De este
no recuerdo el modelo del vehículo, solo sé que también era el de Goyo.
Hace una semana un mensaje al móvil me anunciaba la noticia de su
muerte. Ni siquiera sabía que estaba enfermo, aunque lo había echado de menos
en algún concierto de la Orquesta de Extremadura en los que a veces
coincidíamos, cuando mis padres están de viaje y me dejan sus abonos. No quería
creerlo: era uno de mis inmortales, como yo digo, de esas personas que, aunque por
las circunstancias se apartan de tu camino, siguen siendo un referente; de los
que no puedes, o no quieres, imaginar que algún día se marcharán.
No sé si alguna vez te dije, Goyo, que buena parte de lo que soy te lo
debo a ti, aunque supongo que podías intuirlo. Fuiste maestro de muchos de
nosotros. Estoy triste, porque se ha ido una persona a la que estimaba y
respetaba, a la que estaré siempre muy agradecido por todo lo que me enseñó. Soy profesor de lenguas clásicas y no naturalista como deseaba en mi
niñez, pero no me arrepiento en absoluto. Gracias a ti leí los hermosos versos
de Virgilio, caminé feliz sobre las vetustas piedras de las vías romanas y miré de cerca emocionado por
primera vez los mármoles del Partenón. Todavía en mis clases comparto con mis
alumnos muchas cosas de las que aprendí y experimenté contigo. Tu camino
ya terminó, pero en el mío y en el de muchos otros no serán pocas las ocasiones
en las que todavía se cruce la figura de un hombre con una cartera en
bandolera.
GRATIAS·PLVRIMAS·MAGISTER
IN·ANIMA·MEA·ERIS·IN·PERPETVVM
S·T·T·L
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viernes, 17 de mayo de 2019
Valete, dilectissimi discipuli.
Hoy es el último día de clase con mis alumnos de segundo de bachillerato. Bueno, ni siquiera eso, la verdad es que vienen a hacer un examen de latín, porque el magister quería que siguieran trabajando algún texto y estudiaran un poco más los temas de literatura, esos que tenemos que meter casi con calzador y que pugnan en sus cabezas con las fechas de la historia de España y las características del Renacimiento. Ya están muy cansados. Veremos a ver. Hoy es el último día de clase y debería estar contento por haberme librado de ocho horas semanales. Pero no. Hoy se va un grupo de alumnos con los que he compartido estos tres últimos años y a los que aprecio mucho. Me han enseñado cada día que nuestros jóvenes saben lo que quieren, que son muy responsables y que tienen ganas de seguir creciendo, a pesar de que en ocasiones se vean obligados a ir a contracorriente.
A veces dar clases es muy duro. No lo niego. Pero otras veces es un enorme regalo. Yo, por mi parte, espero haberles enseñado no tanto el griego, el latín o la cultura clásica, sino aquello a lo que las humanidades contribuyen por encima de todo: a ser mejores personas. Como a tantos otros, los echaré de menos. Y en los últimos días de agosto, cuando los profesores de clásicas consultamos el oráculo y lanzamos temerosos la pregunta de si tendremos alumnos, me acordaré, para consolarme, de cuánto disfruté en mi trabajo estos últimos años.
Espero que no me reprochen el no asistir a la cena de la graduación, pero es que lo de la etiqueta no es lo mío. No sé si compensará este pequeño detalle que les dejo aquí, para que tengan un recuerdo del tiempo que hemos pasado juntos en la Domus sapientiae.
Espero que no me reprochen el no asistir a la cena de la graduación, pero es que lo de la etiqueta no es lo mío. No sé si compensará este pequeño detalle que les dejo aquí, para que tengan un recuerdo del tiempo que hemos pasado juntos en la Domus sapientiae.
Valete, dilectissimi discipuli. Fortuna semper vobis faveat. Magister in animo suo vos memorabit.
Puede descargarse el vídeo también aquí y aquí. Y la presentación en este otro enlace.
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lunes, 13 de mayo de 2019
Con Emilio del Río
El día 6 de
mayo los alumnos de latín y griego de 1º y 2º de Bachillerato asistieron a la
conferencia que el profesor Emilio del Río impartió en la Facultad de Filosofía
y Letras de Cáceres con el título “El sorprendente origen de nuestras
palabras”. Con divertidos ejemplos demostró que hoy en día el latín sigue
estando muy presente en nuestras vidas y que no está de más saber latín para
poder entender mejor no solo nuestra lengua, sino el mundo que nos rodea.
Desde que
comenzó la sección de Verba Volant en RNE los alumnos de
latín del Pacheco la escuchan cada semana y ha sido muy agradable poder saludar
a su conductor personalmente, que ahora se encuentra de gira por las diferentes ferias del libro presentando su libro Latín Lovers. Al final de la conferencia Emilio del Río departió
amablemente con los alumnos, les firmó su libro y se fotografió con ellos para
tener un recuerdo del encuentro.
Gracias,
Emilio, por ayudar a difundir la cultura clásica.
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José María Alegre
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domingo, 28 de abril de 2019
Olimpiadas de Lenguas Clásicas 2019
Alumnos de 2º de Bachillerato de Latín y Griego. |
El día 8 de abril se celebró en la Facultad de Filosofía y Letras de la UEX una nueva edición de las Olimpiadas de Lenguas Clásicas organizadas por la Sección Extremeña de la Sociedad Española de Estudios Clásicos, en las que participaron unos 200 alumnos de 2º de bachillerato provenientes de todos los centros de Extremadura. En esta ocasión, como casi siempre, acudieron todos los alumnos de latín y griego del IES Profesor Hernández Pacheco y realizaron las dos pruebas propuestas, una de griego y otra de latín. Estas pruebas se diseñan siguiendo las directrices de la EBAU y consisten en la traducción de un texto en griego y en latín de cierta dificultad sobre el que se realizan cuestiones de morfología y sintaxis, en una pregunta sobre etimologías o gramática histórica y, por último, en resolver cuestiones sobre literatura grecolatina.
Lourdes García Martín, ganadora del tercer premio en Griego. |
En nuestro caso, los resultados han sido muy buenos y hemos podido comprobar que estamos trabajando bien y que podemos hacer frente sin dificultad a las pruebas que nos esperan. Además, una de nuestras alumnas, Lourdes García Martín, ha obtenido el tercer premio en la modalidad de griego y esto nos ha alegrado mucho más a todos. El galardón lo recogió el viernes 26 de abril en un acto en el que la Facultad de Filosofía y Letras festejaba el día de San Isidoro de Sevilla, su patrón; acto presidido por el rector de la UEX y el decano de la Facultad y en el que el académico de la RAE Pedro Álvarez de Miranda impartió una conferencia sobre el género gramatical y el género natural.
Gracias a los organizadores por su trabajo, y enhorabuena a todos los participantes, a los ganadores especialmente, y a mis alumnos en particular, porque, a pesar del exceso de trabajo y de las presiones, siempre están dispuestos a participar en todo lo que les propongo, demostrando que, frente a las etiquetas que injustamente nos cuelgan, no falta la excelencia en las humanidades. Para mí son todos unos campeones.
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José María Alegre
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