Hoy algunos de mis alumnos han visitado por primera vez Mérida en profundidad y les ha encantado. Ha sido maravilloso pasear por la mañana temprano bajo los arcos del imponente Acueducto de los Milagros, disfrutar del centro de interpretación del circo romano y aprender sobre la vida de los antiguos emeritenses a partir de los objetos expuestos en el magnífico Museo Nacional de Arte Romano. En el anfiteatro y el teatro han comprendido que una ciudad es algo vivo que debe ofrecer a sus habitantes lugares para el disfrute del ocio. También hoy han descubierto cómo eran las casas de los emeritenses y cómo algunas de ellas, como las del anfiteatro o el Mitreo, destacaban por su esplendor. Y ya saben reconocer inscripciones funerarias y podrían contar algo incluso sobre los rituales y las formas de enterramiento.
Pero lo mejor del día ha sido pasar una jornada agradable con los compañeros, librarse del tedio de las clases en esas aulas frías por la ventilación cruzada y, sobre todo, viajar en tren y tomarse unos churros calentitos con chocolate.
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