Aunque los amantes del Mundo Clásico sabemos disfrutar con intensidad los momentos de ocio y estamos convencidos con Horacio de que beatus ille qui procul negotiis, también somos los primeros en aceptar las obligaciones del trabajo, cuando llega el momento. Y eso lo hacemos con resignación, porque no queda otra, y con naturalidad, porque sabemos enfrentarnos con serenidad a todo lo que se nos pone por delante. Y a pesar de que preferimos pescar, hacer deporte, pasear, conversar con los amigos, bañarnos en las aguas del mar o estar tumbados en una hamaca, cuando llega el momento de regresar a nuestro puesto de trabajo lo hacemos con mucha alegría, porque nos gusta transmitir a nuestros alumnos la pasión por el latín, el griego y la cultura clásica, y disfrutamos abriendo sus ojos ante un mundo maravilloso que les ayudará a comprender mejor su sociedad y su cultura, a conocer más su propia lengua, a aprender otras parecidas y, sobre todo, a trabajar con método, dedicación y disciplina.
Así que al igual que yo estoy deseando enseñaros con mucha ilusión algunas de las cosas que sé que os serán muy útiles, espero que también vosotros comencéis con muchas ganas este nuevo curso y que estéis dispuestos a dejaros guiar por los apasionantes caminos del Mundo Clásico.
Por tanto, como dice el himno universitario, gaudeamus igitur, alegrémonos pues, y sursum corda, arriba los corazones, porque comienza lo bueno.