El jueves 5 de abril alumnos de latín y griego procedentes de todos los centros de secundaria de Extremadura participaron en una nueva edición de las Olimpiadas de Lenguas Clásicas organizadas por la SEEC de Extremadura. Después de ser recibidos por un representante de la SEEC y por la vicedecana de la Universidad de Extremadura disfrutaron de la recreación por parte de los alumnos del Grado de Filología Clásica de una disputa pastoril en la que se enfrentaban las ciencias y las letras y que finalmente fue resuelta (seamos sinceros) de forma poco objetiva.
A continuación los alumnos realizaron las pruebas de latín y griego, en las que debían interpretar y traducir un texto en esas lenguas y resolver también cuestiones de morfología, sintaxis, léxico y literatura. En estas olimpiadas, además de la parte competitiva, en la que los mejores alumnos pueden conseguir premios y el honor bien merecido por su capacidad, trabajo y esfuerzo, pesa mucho más la participación en unas pruebas que sirven de entrenamiento para la cercana selectividad.
Al menos en esta ocasión, los que no hayan oído hablar de él, se enterarán de quién era Viriato, aquel pastor lusitano que aparecía como símbolo del espíritu nacional en los libros de lectura que los más mayores usábamos en nuestros primeros años de escolarización y conocerán que las ranas, por si no han visto ninguna en directo, se desplazan como si estuvieran cojas y que suelen vivir en la orilla de las charcas. Lástima que no pudiera leer la moraleja de la fábula alguno de esos pedagogos que nos obliga constantemente a poner en práctica las mamandurrias que se le ocurren. Y lástima también que los docentes no seamos tan directos y sinceros como la zorra de nuestra fábula.
A continuación los alumnos realizaron las pruebas de latín y griego, en las que debían interpretar y traducir un texto en esas lenguas y resolver también cuestiones de morfología, sintaxis, léxico y literatura. En estas olimpiadas, además de la parte competitiva, en la que los mejores alumnos pueden conseguir premios y el honor bien merecido por su capacidad, trabajo y esfuerzo, pesa mucho más la participación en unas pruebas que sirven de entrenamiento para la cercana selectividad.
Al menos en esta ocasión, los que no hayan oído hablar de él, se enterarán de quién era Viriato, aquel pastor lusitano que aparecía como símbolo del espíritu nacional en los libros de lectura que los más mayores usábamos en nuestros primeros años de escolarización y conocerán que las ranas, por si no han visto ninguna en directo, se desplazan como si estuvieran cojas y que suelen vivir en la orilla de las charcas. Lástima que no pudiera leer la moraleja de la fábula alguno de esos pedagogos que nos obliga constantemente a poner en práctica las mamandurrias que se le ocurren. Y lástima también que los docentes no seamos tan directos y sinceros como la zorra de nuestra fábula.
Enhorabuena a los organizadores y a todos los alumnos participantes por seguir, a pesar de todo, remando contra corriente.