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Este es el blog de José María Alegre Barriga, profesor de Cultura Clásica en el IES Profesor Hernández Pacheco de Cáceres. El objetivo del mismo es recopilar en él los recursos didácticos utilizados en clase como complemento a la enseñanza de las asignaturas de Griego, Latín y Cultura Clásica.

viernes, 12 de junio de 2020

Denuo propinabimus.

Siempre tengo ganas de que llegue el final de curso. En realidad, siempre tengo ganas de que llegue el final de casi todo. Será porque la mayoría de las cosas que hago me las imponen sin consultarme, como este confinamiento estricto al que hemos sido sometidos durante casi dos meses. A ver, no es que esté todo el tiempo sufriendo, es simplemente que yo, si pudiera, estaría haciendo otras cosas que a estas alturas de mi vida considero mucho más provechosas para mí. Eso sí, una vez que me resigno a cumplir con mis obligaciones, disfruto incluso de mi trabajo. Y esto es posible gracias a mis alumnos. Durante estos últimos años tengo una suerte enorme al contar con alumnos que hacen mi día a día más llevadero: participativos, interesados, trabajadores, inteligentes, motivadores. Bueno, tampoco es que sean tan perfectos, también tienen sus malos momentos y a veces hay que trabajar duro. Pero, en general, entre todos conseguimos que las clases funcionen bien y que el clima sea el adecuado para que podamos aprender y disfrutar a la vez. Por eso, aunque yo, si por mí fuera, ya estaría plantando unas lechugas y echando de comer a unas gallinas, sigo feliz en mis clases, las que este trimestre nos ha robado el coronavirus. También en esta fase del curso tan extraña, en la que hemos sentido miedo, incertidumbre, desamparo y ansiedad, mis alumnos han colaborado siempre para que los vínculos, aunque ahora virtuales, se hayan mantenido intactos. No ha sido fácil y, en mi opinión, hemos tenido que trabajar, ellos y yo, mucho más que en las clases presenciales. Es difícil sustituir la cercanía, los gestos, la reciprocidad, la inmediatez, las sonrisas, el apoyo mutuo, las palabras de ánimo, la seguridad de la compañía, por la distancia y la frialdad de redes sociales, móviles y ordenadores. Siempre tengo ganas de que llegue el final de curso, pero este año mucho más.

Como siempre, a pesar de todo, también me pondré triste en la despedida y echaré de menos a unos alumnos con los que he pasado mucho tiempo en el aula y que todos los días con sus ganas de vivir me enseñan a aprovechar cada momento intensamente y me demuestran que también hay jóvenes responsables que garantizan un futuro mucho mejor para todos. Me acordaré de ellos, de la promoción del coronavirus, de los que no tuvieron acto de graduación ni pudieron disfrutar de una feria para liberar las tensiones del final de curso. Serán los de la EBAU con mascarilla. Supongo que todo lo que ha pasado también les habrá servido para madurar, para aprender a afrontar situaciones difíciles con entereza y sosiego. Pero no debería haber pasado. Por suerte, cuando el bendito olvido borre la crudeza de nuestra memoria, recordarán con una sonrisa aquel año en el que un virus nos confinó durante dos meses en casa e impidió que viésemos la representación de Áyax y Anfitrión en el teatro romano de Mérida.

Pero no todo fue malo. Me quedo con las canciones en latín, con los villancicos de estas navidades, ya tan lejanos, con el Resistiré del Dúo Dinámico transformado en Resistam eia! Me quedo, por encima de todo, con nuestro viaje a Grecia, con nuestros paseos entre las piedras que pisaron Diceópolis y su familia cuando acudieron a Atenas a ver los festivales de Dionisos, con la entrada a Micenas bajo la Puerta de los Leones y la visión del mar desde la ciudadela, allá a lo lejos; con la contemplación de la Acrópolis desde el Areópago, la declamación de Antígona que Rodrigo nos regaló en el imponente teatro de Epidauro, con las palabras enigmáticas del oráculo de Delfos y, como no, con las ensaladas, las musakas, dolmades y otras delicias de la gastronomía griega.

Sine cura, carissimi discipuli, porque, más pronto que tarde, como dice la canción de Lucía Gil que también hemos cantado en latín, denuo propinabimus.

Os dejo aquí este pequeño vídeo que recoge estímulos positivos para alegrar la despedida. Espero que os guste.



Mucho ánimo y buena suerte. Curate ut valeatis!